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La gran crisis de los años 30
Es un tema difícil de explicar, aunque parezca muy sencillo. El sistema de la Reserva Federal de Estados Unidos, como fruto del capitalismo en pleno desarrollo, se crea en el año 1913. Ya Salvador Allende, a quien todos recordamos como hombre de nuestra época, había cumplido alrededor de 15 años.
La primera guerra mundial estalló en 1914, cuando el príncipe heredero del imperio austro-húngaro, en el corazón del centro y sur de Europa, fue asesinado en Sarajevo. Canadá era todavía colonia de Gran Bretaña. La libra esterlina inglesa ostentaba el privilegio de ser la moneda de pago internacional. Su base metálica era el oro, como lo había sido hacía más de mil años en la capital del imperio romano de Oriente, Constantinopla. Los que iniciaron las luchas sangrientas contra los creyentes musulmanes en el Cercano Oriente, esgrimiendo pretextos religiosos, eran caballeros feudales de los reinos cristianos de Europa cuyo verdadero propósito era controlar las rutas comerciales y otros fines mundanos más groseros que en otra ocasión podrían abordarse.
Al final de la primera guerra mundial Estados Unidos participa en la misma, desde 1917, dos años después del hundimiento del buque Lusitania, cargado de pasajeros norteamericanos que partieron de Nueva York, por torpedos disparados desde un submarino alemán con absurdas instrucciones de atacar una nave que portaba las banderas de un país distante, rico y potencialmente poderoso, cuyo gobierno desde posiciones de supuesta neutralidad buscaba pretextos para participar en la contienda junto a Gran Bretaña, Francia y sus aliados. El ataque se produjo el 7 de mayo de 1915, al atravesar el estrecho de mar que media entre Irlanda e Inglaterra. 
 El Banco de la Reserva de Nueva York, que tiene su sede en Wall Street, al igual que otros grandes bancos y corporaciones, según el criterio del teórico de la derecha y reputado economista norteamericano Milton Friedman.
El 11 de diciembre de 1930 cerró el Banco de Estados Unidos. Corresponde a la fecha crítica. Era el banco comercial mayor que hasta la fecha se había hundido en la historia norteamericana.
Sólo en el mes de diciembre de 1930 cerraron sus puertas 352 bancos. La (FED) sistema de reserva general, podría haber llegado a una solución mejor comprando a gran escala en el mercado abierto títulos de la deuda pública. En septiembre de 1931, fecha en que Gran Bretaña abandonó el patrón oro, aquel siguió una política incluso más negativa.
El sistema reaccionó tras dos años de dura represión, aumentando el tipo de interés a un nivel nunca alcanzado en su historia. Téngase en cuenta que Friedman refleja un criterio que todavía prevalece en las esferas oficiales de Estados Unidos casi 80 años después. En 1932 la FED, presionada por el Congreso, concluyó su período de sesiones y canceló enseguida su programa de compras.
El episodio final fue el pánico bancario de 1933. El episodio nos recuerda lo que ocurre hoy con el presidente electo el 4 de noviembre en las recientes elecciones hace menos de un mes, Barack Obama, que sucederá a Bush el 20 de enero de 2009. Sólo ha cambiado el período de interregno, que en la época de 1930 duraba no más de 117 días y en la actualidad no más de 77.
En el momento de mayor auge económico, señala Friedman, existían en Estados Unidos hasta 25 mil bancos. Al inicio del año 1933 la cifra se había reducido a 18 mil.
El cierre de las empresas, la reducción de la producción, el desempleo creciente, todo alimentaba el nerviosismo y el miedo. Una vez la depresión en marcha, se transmitió a otros países y se produjo, por supuesto, una influencia refleja; otro ejemplo de la realimentación tan omnipresente en una economía compleja, concluye Friedman.
Estados representados en la ONU, cuyos habitantes están todos amenazados por riesgos que los científicos, aun los más optimistas, no pueden ignorar y que un creciente número de personas conocen y comparten, incluso prominentes políticos norteamericanos.
El eco de la repercusión de la actual crisis se aprecia en los esfuerzos desesperados de importantes líderes mundiales.

Los regímenes políticos autoritarios: el nazismo Alemán y el fascismo Italiano


En los países europeos como  Alemania e Italia, el surgimiento de regímenes políticos autoritarios esto fue lo que tuvo como el resultado de una crisis general que, como consecuencia de la Primera Guerra Mundial, se manifestó en todos los planos de la vida social.
Estas sociedades sufrieron una crisis política cuando las poco consolidases instituciones de la democracia liberal aparecieron como incapaces para resolver los problemas que se estaban planteando.
En el plano social, tanto el Alemania como en Italia, la organización política de los obreros se consolido en los años de posguerra. Creció notablemente el número de los afiliados a los partidos obreros socialistas y católicos. Los partidos socialdemócratas (que representaban a los obreros que habían renunciado a la lucha armada y aceptado la lucha parlamentaria) conformaron parte de los gobiernos e impulsaron reformas que mejoraban las condiciones salariales y de trabajo de los obreros, y otras reformas que buscaban planificar la producción en algún grado con el objetivo de asegurar el empleo.

Nazismo
El nazismo tenia muchos puntos en común  con el fascismo por que sus raices eran alemanas, el nazismo se origino o se fundo por adolfo hitler en las primeras décadas de 1920, hubo una consecuencia muy humillante a Alemania en el fin de la primera guerra mundial para todo esto se firmo un acuerdo en Francia el cual fue nombrado como el tratado de versalles. Este tratado le impuso a Alemania  condiciones  que habian que el pais tuviese  un enorme porcentaje de ingresos nacionales. Tambien en 1933  se produjo la prohibición  de atacar al nuevo estado.   
Movimiento político alemán que se constituyó en 1920 con la creación del  Nacionalsocialista Alemán del Trabajo (Nationalsozialistiche Deutsche Arbeiter-Partei, NSDAP), llamado habitualmente partido nazi. Su apogeo culminó con la proclamación del III Reich, el régimen totalitario alemán presidido entre 1933 y 1945 por Adolf Hitler, responsable del inicio de la II Guerra Mundial y causante del Holocausto.

Fascismo

Esto inicio en un régimen totalitario de extrema derecha en sus distintos régimen, en los años 20 aperase en Europa  como una reacción, una serie de movimientos ideológicos ; esto tiene  su origen en Italia en el cual se producía una crisis radical, política y económica. También el régimen fascista tuvo control  sobre el movimiento obrero peo escaso en  la estructura económica.  Su líder de esto era mussolini el llego al poder en 1992 durante la posguerra, el movimiento fascista italiano fue un movimiento espontaneo de grandes masas hacia fines de el año 1930 el régimen fascista favoreció a grandes empresarios  deseándoles mas conformidad o poder  sobre todo en ala época de la depresión.  
Sistema ideológico y político creado por Benito Mussolini, de carácter radicalmente antidemocrático y antisocialista, a favor del militarismo y de un nacionalismo extremo, organizado en Italia con un sistema de extrema derecha, jerárquico-autoritario, fundamentalmente opuesto a la democracia y al liberalismo.
Fascismo, forma de totalitarismo del siglo XX que pretende la estricta reglamentación de la existencia nacional e individual de acuerdo con ideales nacionalistas y a menudo militaristas; los intereses contrapuestos se resuelven mediante la total subordinación al servicio del Estado y una lealtad incondicional a su líder. En contraste con los totalitarismos de izquierdas identificados con el comunismo, el fascismo basa sus ideas y formas en el conservadurismo extremo. Los regímenes fascistas se parecen a menudo a dictaduras y a veces se transforman en ellas, a gobiernos militares o a tiranías autoritarias, pero el fascismo en sí mismo se distingue de cualquiera de estos regímenes por ser de forma concentrada un movimiento político y una doctrina sustentados por partidos políticos al margen del poder.El fascismo hace hincapié en el nacionalismo, pero su llamamiento ha sido internacional. Surgió con fuerza por primera vez en distintos países entre 1919 y 1945, sobre todo en Italia, Alemania y España. En un sentido estricto, la palabra fascismo se aplica para referirse sólo al partido italiano que, en su origen, lo acuñó, pero se ha extendido para aplicarse a cualquier ideología política comparable. Del mismo modo, Japón soportó durante la década de 1930 un régimen militarista que presentaba fuertes características fascistas. Los regímenes fascistas también existieron en periodos variables de tiempo en muchos otros países. Incluso democracias liberales como las de Francia e Inglaterra tuvieron movimientos fascistas importantes durante las décadas de 1920 y 1930. Después de la derrota de las potencias del Eje Roma-Berlín-Tokyo en la II Guerra Mundial, el fascismo sufrió un largo eclipse, pero en los últimos tiempos ha reaparecido de forma más o menos abierta en las actuales democracias occidentales, sobre todo en Francia y en Italia.

Horror en las trincheras





La Primera Guerra Mundial fue una guerra infame, cruenta, larga y terriblemente mortal como no se había conocido. La “punta de lanza” y su “piedra angular” especialmente se produjo en el Frente Occidental (1914-1918), un frente de más de 700 km., allí, la guerra de trincheras se enquistó y se extendió como un cáncer en una guerra de posiciones, estática que duró más de cuatro años causando mucho sufrimiento, destrucción y muerte. La guerra de trincheras fue un “experimento” que dio al traste con estrategias y tácticas militares (decimonónicas) conocidas hasta entonces. En las trincheras se utilizarían novedosas y terroríficas armas. En las trincheras también se produjeron terribles experiencias humanas que marcarían un antes y un después en los soldados combatientes.

Las trincheras fueron utilizadas con las guerras; hubo  dos mas comunes que son las trincheras de comunicación y paralelas.eran sajas excavadas y los parapentos eran utilizados para introducir sacos guerreros su anchura era de 2.8 metros a 1.5 metros y una altura de 1 a 2 metros.

 El mundo devastado


En 1938 ante la asamblea legislativa alemana hitler comunico su principal preocupación  "proteger a los alemanes que vivían fuera de Alemania" y tomar lo que por derecho les perteneciera.
Los nazis planearon una campaña de envenenamientos contra los aliados al final de la Segunda Guerra Mundial para causar situaciones de pánico y posibilitar la llegada de un Cuarto Reich. 
Así lo revelan documentos hasta ahora secretos del  británico. Agentes nazis estaban equipados con píldoras tóxicas, con aspecto de aspirinas, y mecheros que, al encenderse, desprendían gases letales llevaban armas microbianas ocultas en los espejitos de sus bolsos para utilizarlas contra los oficiales aliados en los países ocupados. Los jefes militares británicos estaban tan preocupados por el peligro de envenenamiento con todo tipo de objetos cotidianos que recomendaron a sus tropas que se abstuviesen de probar alimentos o fumar cigarrillos alemanes en su avance por ese país al final de la guerra. 
Los nazis también planeaban colocar a sus agentes en todo el mundo para, pasado algún tiempo, utilizarlos en una campaña global destinada a crear el pánico en las poblaciones de los países aliados, señalan esos documentos, que han visto la luz pública por primera vez. Los documentos del MI5 ahora publicados indican lo ingenioso de los artefactos y venenos desarrollados por los científicos alemanes y encontrados en agentes de ese país detenidos en el norte de Francia en marzo de 1945, después de que se lanzaran en paracaídas. 
Entre ellos había cigarrillos que daban dolores de cabeza al fumador, algo que aprovecharía el agente para ofrecer una aspirina que era en realidad un veneno que acabaría con la vida de aquél en cuestión de minutos. También llevaban polvos impregnados de un veneno con los que espolvorear manijas de puertas, libros, mesas y otras superficies. Había asimismo una pildorita que se depositaba en un cenicero y que, en contacto con el fuego de un cigarrillo, desprendía un vapor que podía acabar con las personas que se encontraban cerca.

Equilibrio del terror

El equilibrio del terror es una teoría elaborada en la época de la llamada Guerra Fría, cuando la Unión Soviética y sus aliados del Pacto de Varsovia por un lado y los Estados Unidos y sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) por otro libraban una carrera armamentista volviendo el enfrentamiento tan peligroso que ninguna de las eventuales partes beligerantes podría esperar obtener ventaja de un conflicto armado (principio de destrucción mutua asegurada o MAD -sus siglas en inglés, que también significa "loco"-).
En esta época se desarrollaron considerablemente los misiles balísticos y los diferentes tipos de armas nucleares. Las potencias constituidas representaban fuerzas capaces de "hacer volar el planeta varias veces", según una expresión popular muy en boga en la época. La asombrosa cantidad de armamento desplazados de una y otra parte condujo a intentar numerosas negociaciones, antes de llegar a acuerdos de desarme parcial.
La doctrina subyacente a esta expresión se entiende como la capacidad de cada bloque antagónico para aniquilar a su contendiente por medio de un ataque nuclear masivo en caso de ser agredido: el primero que intente destruir al otro tiene la seguridad de ser destruido a su vez, anulando completamente su interés en desarrollar tal ataque. Este equilibrio se convertía paradójicamente así en una garantía para la paz y fue de hecho lo que evitó que las dos super potencias se enfrentaran abiertamente durante el tiempo en que convivieron.
La frase se utiliza habitualmente con fines retóricos, y fue probablemente acuñada por Lester Pearson en junio de 1955 en el décimo aniversario de la firma de la Carta de las Naciones Unidas, cuando dijo: "the balance of terror has replaced the balance of power" (el equilibrio del terror ha reemplazado al equilibrio del poder -o de los poderes-). La expresión equilibrio del poder o de poderes tanto puede referirse al principio político de división de poderes como al equilibrio de poder en las relaciones internacionales (equilibrio internacional o mantenimiento del statu quo), que había sido un tópico constante en la política europea desde el Tratado de Westfalia (1648), el Tratado de Utrecht (1713) y el Congreso de Viena (1814). Objeto de los denominados sistema Metternich y sistema Bismark, entró en crisis con la política de bloques que desembocó en la Primera Guerra Mundial; y se le pretendió sustituir por el principio de seguridad colectiva en la Sociedad de Naciones durante el período de entre guerras. Su evidente fracaso en la Segunda Guerra Mundial motivó su sustitución por la ONU, que reconoce el estatus superior de las potencias miembros permanentes del Consejo de Seguridad, con derecho a veto.

EL FANTASMA DEL COMUNISMO 
Un fantasma recorre Europa, el fantasma del comunismo, contra este fantasma se han coaligado en santa jauría todos los poderes de la vieja Europa, el Papa y el Zar, Metternich y Guizot, los radicales franceses y los policías alemanes. Dónde hay hoy un partido de la oposición a quien sus adversarios en el gobierno no le lancen la infamante acusación de comunista. También dónde hay un partido de oposición que no fulmine con este reproche oprobioso tanto a los oponentes más avanzados como a sus adversarios de la reacción De este hecho se desprenden dos consecuencias: Que el comunismo es ya reconocido como un poder por todos los poderes europeos. Que ya ha llegado el momento de que los comunistas expongan públicamente y ante el mundo entero sus concepciones, objetivos y tendencias y salgan al paso de las fábulas en torno al fantasma del comunismo con un manifiesto de su propio partido. Con este propósito se han reunido en Londres comunistas de las más diversas nacionalidades y han redactado este manifiesto que se publicará en las lenguas inglesa, francesa, alemana, italiana, flamenca y danesa.   Hoy podemos decir que un fantasma recorre Venezuela, el fantasma del comunismo. Bastó que casi un cuarto de siglo después del juramento del Samán de Güere, el Comandante Chávez se antojara de formar un partido socialista para que los adulantes y oportunistas salieran a vociferar su apoyo a la creación de tal partido. Aquellos que pidieron aclaratorias, que propusieron alternativas, que se atrevieron a cuestionar el método, etc. fueron atacados con vehemencia por los neo-revolucionarios. Una de las víctimas de los “neos” fue el histórico PCV.

 El fin de la eutopìa.
Durante 28 años el muro de Berlín, erigido por los soviéticos fue el símbolo más claro del enfrentamiento entre el bloque socialista y el bloque capitalista. Pero el 9 de noviembre de 1989 comenzaría su anhelado desplome.El muro de Berlín, bautizado oficialmente como “Muro de Protección Antifascista” por la República socialista Democrática Alemana o RDA, fue erigido el 13 de agosto de 1961 por el bloque soviético presuntamente para proteger a su población de supuestos elementos fascistas que pudieran conspirar para evitar la voluntad popular de construir un estado socialista en Alemania del Este.
Pero la verdadera razón fue otra. Hasta ese día, casi tres millones de alemanes del Este habían abandonado el Estado comunista para refugiarse en la República Federal Alemana, una huida masiva que resultaba verdaderamente insoportable para los comunistas, ya que afectaba gravemente a las estructuras social y económica de la RDA por un doble motivo: por la sangría demográfica que suponía y porque, en general, quienes abandonaban el país eran los profesionales más cualificados.Después de 28 años de oprobio, las políticas reformistas impulsadas desde mediados de la década de 1980 en la Unión Soviética por el líder soviético Mijail Gorbachov se tradujeron en la decisión de abrir poco a poco las fronteras de la República Democrática Alemana. El 9 de noviembre de 1989, finalmente, y después de una breve conferencia de prensa realizada por el jefe de prensa del Partido Comunista oriental, se anunció, visado mediante, la libertad para viajar hacia la otra Alemania o a cualquier parte del mundo, elecciones libres y la configuración de un Nuevo Gobierno. Ello pareció anunciar por fin el desmoronamiento de la aterradora estructura de hierro, cemento y alambre que por casi tres décadas aisló brutalmente a todo un pueblo.
Los alemanes del este reaccionaron de inmediato. Miles de berlineses, tanto del lado oriental como occidental, se aglomeraron frente al muro y sus barreras fronterizas tomando parte ese mismo día en una de las acciones político-sociales más relevantes del siglo XX: la caída del muro de Berlín.
Muchos jóvenes alemanes orientales, con pequeñas mochilas al hombro, vacilaron antes de saltar el Muro. Una hora antes, sólo aventurarse cerca de la barrera habría significado la muerte inmediata. Pero ahora muchas manos desde el otro lado se extendieron para ayudarlos. Como tantos otros, esa larga noche del jueves 9 de noviembre, saltaron finalmente las barreras que fueron completamente inútiles, paseándose felices por las iluminadas calles de Berlín Occidental.
Otros, en tanto, con martillos e improvisadas picas en las manos, compartieron desde arriba del muro la alegría de derribarlo trozo a trozo, muy cerca de la imponente puerta de Brandenburgo. Desde lejos los sombríos policías de la ex RDA observaban recelosos, pero por el otro lado los improvisados anfitriones occidentales se fundieron en un emocionado abrazo con sus visitantes. El canciller de Alemania Federal, habiendo interrumpido abruptamente su viaje a Polonia, acompañado de Willy Brandt y otras personalidades, se mezclaron con la multitud para dar la bienvenida a los recién llegados.
La acelerada desintegración del aparato político de la Alemania Oriental, primero a las órdenes del anciano Erich Honecker –quien se refugiaría posteriormente en Chile con su esposa e hija- y luego de Egon Kretz, sólo fue el preludio de un gigantesco desbande. Desde Leipzig hasta Dresde, más de un millón de alemanes se movilizaron exigiendo libertad de expresión y movimiento, liberalismo político, cese de discriminaciones y privilegios y el reconocimiento oficial de los representantes de los partidos políticos de oposición. El socialismo soviético había caído y, con él, su “muro de la vergüenza”.

La revolución tecnológica, la más importante del siglo XX

Los sistemas que sólo se apoyan en la ideología se harán reaccionarios, según el autor, si no progresan económicamente. El proletariado tecnológico permitirá profundizar la democracia económica para realizar así la democracia política.
La revolución científico-tecnológica es la más importante de todas las revoluciones del siglo XX, ya que el país que hace una revolución social y no alcanza los más elevados niveles de progreso económico y tecnológico se queda desenganchado de las fuerzas históricas, que son fuerzas económicas con otro nombre. Pues si una revolución socioeconómica no es un tiempo de mayor acumulación e inversión de capital social que el régimen sustituido no se justifica históricamente, ya que la humanidad, aumentando en población, no puede perder niveles de productividad ni de volumen de producción. Y como la historia sólo se plantea lo que puede resolver en cada momento de evolución de la humanidad, pudiera suceder que un régimen que se diga muy revolucionario, si no progresa económica, cultural, social y científicamente se convertirá en su devenir dialéctico en su contrario: reaccionario, por fiarlo todo a la ideología más que a la economía, a la técnica y la ciencia combinadas armónicamente.Durante el siglo XX, el hombre ha logrado explorar su medio físico y su propia realidad como ser vivo. La ciencia y la tecnología han alcanzado un gran desarrollo. El trabajo en conjunto de distintos especialistas, en empresas, universidades y gobiernos, ha iniciado, cada vez más, ambiciosos proyectos, los que realizados con tecnologías de punta, aumentan la competitividad en los mercados. La ciencia se ha transformado en un instrumento de poder económico, incidiendo en los distintos ámbitos de la vida humana.
Dentro de este último sector, no podemos dejar de mencionar la denominada “comunicación audiovisual”: la radio y la televisión. La primera, el medio de comunicación más difundido en la primera mitad del siglo XX, y la segunda, que se desarrolla luego de la Segunda Guerra Mundial y que continúa siendo hasta hoy un fenómeno social y tecnológico de vital importancia, como fue para el mundo ver las imágenes de la Guerra de Vietnam, con sus jóvenes soldados muriendo, generando inmediatamente en los Estados Unidos el movimiento de paz más importante de los años sesenta: los hippies. El establecimiento de satélites artificiales favorece las comunicaciones simultáneas en distintos lugares del planeta.
“El teléfono, la radio, la televisión tienden a integrarse ahora en la base más amplia aún de la informática o la computación, que sustenta el fenómeno de la digitalización de todo lo que son señales electrónicas para llevarlas al mundo de los procesadores de datos. Hoy en día no se conciben ya las comunicaciones sin el auxilio de la informática y el futuro de la comunicación es la digitalización de todo flujo de información”
  El fin de la historia
La segunda Guerra Mundial es considerada como uno de los acontecimientos más importantes del siglo XX. Su desenlace acabó con uno de los regímenes más represivos que el mundo haya conocido
-el nazismo- y puso fin a largos siglos de dominio de Europa Occidental en la historia mundial. Pero al mismo tiempo, determinó la conformación de una nueva configuración planetaria, estructurada en tomo a la oposición intersistémica entre el capitalismo y el socialismo, y estableció la emergencia de un vector superior en las relaciones internacionales: la lucha de las dos superpotencias por la supremacía. No obstante haber costado millones de vidas humanas, el fin de esta conflagración planetaria no supuso el surgimiento de un mundo más apacible en el cual los conflictos, oposiciones y tensiones se dirimieran a través de la negociación y la concertación. Por el contrario, traía en ciernes la semilla de una nueva forma de competición y de exacerbación de los conflictos: la guerra fría.
  En la actualidad, cuando la Unión Soviética ha desaparecido, existe la tendencia por parte de algunos analistas a atribuir toda la responsabilidad del estallido de la guerra fría al Kremlin y a la camarilla dirigente entonces en el país de los soviéticos (por ejemplo, Walter Laqueur, La Europa de nuestro tiempo. Desde la segunda Guerra Mundial hasta la década de los 90, Buenos Aires, Vergara, 1994). Sin pretender negar la responsabilidad de Moscú, consideramos que un examen más ecuánime debe incorporar igualmente la participación de Gran Bretaña y Estados Unidos en el inicio y desarrollo de esta nueva forma de competición, por ser países que también alimentaron los recelos y trataron de configurar un orden en el que prevalecieran sus estrechos intereses nacionales Al finalizar el conflicto bélico, los soviéticos todavía conservaban el mismo tipo de aprehensiones. Pero entonces la Unión Soviética era un país muy diferente: no sólo había resistido a la impresionante maquinaria militar alemana, sino que había llevado a sus espaldas el peso fundamental de la guerra en el teatro europeo. Disponía, además, del ejército más grande de Europa, y en su persecución a los alemanes había liberado parte importante de Europa Central y Oriental, región en la cual ejercía una indiscutible supremacía. En tales condiciones, la clase dirigente soviética creó una nueva escala de objetivos, la cual consistía en crear un entorno regional que sirviera de garantía para su seguridad interna, posibilitara al mismo tiempo la ampliación del campo socialista y convirtiera a la URSS en un actor con el cual las otras grandes potencias y el mundo en general tuvieran indefectiblemente que contar.

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